Aunque ahora abunden los formatos: «Tú sí que vales», «Operación Triunfo» o «Supermodelo», este tipo de concursos de talentos organizados por los medios de comunicación eran totalmente desconocidos en 1925. Por eso cuando NIVEA puso un anuncio en un periódico berlinés para anunciar la búsqueda en todo el país de tres chicas NIVEA, este causó un gran revuelo entre el público. Más si cabe porque NIVEA no buscaba una modelo glamurosa, sino una chica normal y corriente: «No buscamos bellezas deslumbrantes, chicas glamurosas vestidas de gala ni señoritas arregladas a la última moda, sino chicas jóvenes maravillosas con aspecto sano, natural y fresco». La Sra. Fröhlich, una madre joven de Flensburgo, una ciudad al norte de Alemania, vio el anuncio y pensó que sus tres hijas Margot, Elfriede y Hertha se ajustaban exactamente a la descripción. Cuando el padre descubrió el plan les dejó muy claro que no quería ver a sus hijas como «chicas de cartel», así que la madre siguió adelante sin contárselo. Su decisión fue una suerte para las hermanas Fröhlich, que al final se impusieron a las más de 1000 chicas que también participaron en el concurso. Lo más llamativo es que la familia nunca había oído hablar de NIVEA porque se acababa de mudar a Alemania procedente de Samoa, donde los productos NIVEA no eran comercializados. Desde ese momento, la Sra. Fröhlich se entusiasmó con la idea de que sus hijas se fuesen a convertir en las chicas NIVEA y así se convirtieron en las estrellas de la nueva publicidad. Y al igual que había ocurrido anteriormente con los chicos NIVEA, no pasó mucho tiempo hasta que la gente empezó a saludar a las hermanas Fröhlich en cualquier parte con un alegre: «¡Hola, NIVEA!».